Estábamos tratando de organizarnos en casa, viendo las diferentes tareas y como afrontarlas, cuando se fue todo concatenando y me tenéis aquí, pensando en nuestro futuro como constructores del Reino de Dios.
¿Como será la Iglesia que viene?
¿Como será la Iglesia que viene?
Es infinito lo queda por hacer, pero casi es mas grande la historia de lo ya hecho; cuantas desigualdades, cuantas injusticias y cuanta gente que sigue en la denuncia, en el tajo, cuanta gente con las manos llenas de barro trabajando con otros, creyendo juntos que, efectivamente, otro mundo mejor es posible.
Nosotros como laicos, como laicos comprometidos, tenemos obligaciones y un día de solo 24 horas.
Desgraciadamente, como personas que somos, nos vemos obligados a dormir todos los días, y además no un poquito, dicen que lo ideal es dormir 8 horas; claro que nadie duerme 8 horas, pero si le sumamos a esas horas de sueño las que invertimos durante el día en ir de un sitio para otro, sí sumamos fácilmente 8 horas.
Nos quedan 16 horas. En nuestra condición de laicos comprometidos, se nos presupone un trabajo, (ojala deje de ser pronto una presunción y sea cada día mas una realidad), en el que invertimos como media unas 8 horas.
Nos quedan sólo 8 horas, y por cubrir un montón de facetas que nos definen como personas, personas de Iglesia, laicos comprometidos. Podemos hablar de que necesitamos cubrir nuestras necesidades vitales mínimas, necesidades vitales esenciales y necesidades vitales de excelencia.
Entre las vitales mínimas tenemos la mala costumbre de comer todos los días (y hasta tres veces, en algunos casos), esto supone no solo pararse a comer; hay que pensar que comer, ir a la compra, cocinar la comida, que coman los niños, comer uno y luego fregar lo ensuciado.
Nos vestimos todos los días, otra necesidad vital mínima, y claro hay que salir a comprar ropa de vez en cuando; y con la que tenemos en casa..., la lavadora, sube a tender, recoge la colada, plancha y aunque no planches, siempre dobla y guarda la ropa. Queda escoger la ropa (todos los días), vestirte tú, y vestir a lo niños.
Entre las necesidades vitales mínimas nos gustan las casas más o menos limpias... y ordenadas. Hay que mantener rigurosamente limpios, al menos, dos espacios de la casa, el resto –hombre–, limpito y sobre todo recogido. Hay que esmerarse en el baño y la cocina, ahí hay que ponerse; y en el salón depende del día pero basta que se vea el sofá entre los juguetes y en los dormitorios vale con las camas ventiladas y estiradas.
Para acabar con las necesidades mínimas nos queda la más mínima y la más necesaria, la higiene, esta a ser posible, por favor, sí; todos los días. Báñate tú, bueno baña a los niños y luego báñate tú.
Cubiertas las necesidades vitales mínimas, vamos bien. Pasamos, como laicos comprometidos, a darle su espacio a las que llamo las necesidades vitales esenciales.
En primer lugar esta la educación y el ocio de los niños, como laicos comprometidos, hay que hacer las tareas con ellos, tienen que tener su momento de juego, sacar un rato para que lean un poquito, hay que ver la tele con ellos, hay que ir despertándoles el sentido crítico, -no todo lo que dice el aparatito es verdad- (Bob esponja es un tío simpático, pero como modelo de comportamiento deja mucho que desear...y los hay peores!!), tienen que aprender a ir gestionando su tiempo de tele, de tareas, de juegos; y al principio hay que estar con ellos. Tienen que crecer en la autogestión..., comer solos, ir solos al baño, vestirse solos y hasta que lo consigan, solos, solos... solos no pueden estar.
En segundo lugar esta nuestro pequeño mundo propio, como laicos comprometidos, es importante este tiempo para la reflexión, la oración, hay que buscar momentos de expansión, de deporte, un rato de examen al día... y continuar leyendo y formándonos en tantas cosas, ¿verdad?.
Como ultima necesidad esencial nos queda, como laicos comprometidos, cultivar el mundo de la pareja (quien la disfrute, y quien no la disfrute y la tenga con mas razón), momentos de conversar, de programar, de organizar, de rezar, de estar.
En nuestra condición de laicos comprometidos, para terminar, un último bloque que he llamado necesidades vitales de excelencia. Hasta aquí aprobaditos, bueno hasta el notable; a partir de aquí, a por nota.
El mundo familiar, como laicos comprometidos, el momento de estar juntos todos en casa, los padres con sus niños, juntos y tranquilos sin hacer nada, disfrutando, riendo, jugando, cantando... ¡Que momento! ó ¿Qué momento?
Como laicos comprometidos, tenemos que abordar el mundo de las relaciones sociales, el salir con los amigos, un rato con los vecinos en la puerta de casa, un poquito de Facebook...
Y para terminar el día, como laicos comprometidos, nuestras labores pastorales, reuniones de nuestro grupo, acmpañamiento de otros grupos, encuentros, misiones comunitarias, asambleas, acciones de voluntariado, eucaristías y cosas mas o menos pías.
Nos quedaban solo ocho horas y como laicos comprometidos, tenemos que repartirlas entre todas estas necesidades, ya sean mínimas, esenciales o de excelencia; en total unas diez actividades distintas.
Como en todos los estudios científicos y estadísticos serios siempre se termina suponiendo algo, establezco, en el empeño de encontrar el término medio, que dedicamos el mismo tiempo, todos los días, a todas las actividades.
Una vez establecida la hipótesis obtenemos como resultado que para cada actividad propuesta tenemos 0,8 horas al día, o lo que es lo mismo, 48 minutos.
Pues vista la conclusión del informe, y tratando de responder a la pregunta del inicio del artículo, y teniendo en cuenta la complejidad expuesta del día a día, creo que...
La Iglesia del futuro será. Será una Iglesia en la que el laico tendrá que vivir asociado con otros que sueñen con él un mismo camino, buscando apoyos y sinergias y será una Iglesia lenta, pero que andará, y ojala Dios me escuche, 48 minutos cada día.
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