viernes, 6 de mayo de 2022

De la Comunidad de Supervivencia a la Comunidad de Sentido

 Estos años de la mano del Equipo Ruaj, he ido cimentando la importancia de la idea de proceso en el acompañamiento, un proceso dominado por la propia libertad y la libertad del Espíritu; un proceso en el que estar atentos al espacio y el momento en el que vamos viviendo; un proceso en el que tomar conciencia de que vamos sintiendo en eso que vivimos; un proceso en el que ir descubriendo a que nos mueven estos sentimientos; un proceso que convertir en camino poniéndole nombre, fecha y  hora a cada paso de ese movimiento que surge en el seguimiento del Dios Padre, compañeros del Jesús de los caminos…

 

 

Cuando la incertidumbre se vuelve densa y no se ve más allá, habita uno en el barrio de los miedos, situado al pie de la imponente y antigua muralla de los límites, contra la que chocaron y tuvieron que sortear todas las culturas y pueblos que terminaron construyendo un mundo mejor del que habitaron.

El barrio de los miedos, es un barrio antiguo de calles estrechas, bien poblado, y con casas de una o dos alturas que no aportan ni distancia ni perspectiva; queda en la parte baja formando una ligera pendiente que evacua al río cercano toda la escorrentía que recibe de las zonas más altas.

En medio de la calle desesperanza, una cuesta muy pronunciada, donde hace esquina con la calle desaliento se encuentra la comunidad de supervivencia. En ella –todos tenemos experiencia– se puede mantener uno a flote, resulta de una ayuda inestimable, nos permite mantener el ritmo y sobreponernos a tiempos duros, cuando todo viene en contra; permanecemos juntos pero centrados más en las propias necesidades que en la búsqueda de un bien y una identidad común. En determinados momentos lo importante es permanecer para cuando arrecie el temporal poder salir a buscar nuevas fronteras con fuerzas renovadas.

A pocos pasos, encontramos el paseo de los testigos, una alameda ancha con piso de tierra, bien sombreada por grandes árboles –algunos incluso centenarios–. Un paseo para recorrer despacio, conversando con quien salga al encuentro y también con uno mismo. Forma una cuesta suave que sube poco a poco entre fuentes que refrescan la brisa y plazoletas en las que disfrutar de artistas callejeros.

El paseo desemboca en la Avenida de los Compañeros, una vía ya asfaltada con circulación en los dos sentidos; las edificaciones más altas y modernas intentan huir, sin conseguirlo, del bullicio que sube de la calle. Aquí aumenta el ritmo de la vida, el tránsito de vehículos y personas se intensifica; se impone el quehacer cotidiano frente al que todos somos iguales, cada uno con su propia historia, compañeros de camino; unos más cercanos y afines, otros más lejanos y ajenos, pero todos con el mismo objetivo de terminar la jornada. La prisa es una compañera de este tramo, como también es compañero el café; tenemos hora para llegar y hora para salir. Se multiplican los encuentros con otros, encuentros centrados en la tarea que los convoca más que en el encuentro en sí mismo (quedó atrás el paseo de los testigos).

Una misma familia vive dos, tres, cuatro… vidas distintas al mismo tiempo, y como esta familia, todas tratando de salir adelante llegando ya a la plaza del encuentro, donde desemboca la avenida. Estamos en el punto más alto del recorrido, un espacio amplio desde el que se divisa a lo lejos la imponente muralla de los límites empequeñecida por la distancia; se distingue a sus pies el barrio de los miedos, ahora lejano; se ve la silueta que conforman las copas de los árboles que no dejan ver la vida que se cuece debajo, en el paseo de los testigos; todavía se escucha el tumulto que llega de la avenida de los compañeros y ya se disipa definitivamente la espesura de la incertidumbre. Esta es una zona residencial, donde cada familia vuelve a mezclar en una sola todas las vidas que la hacen única. Allí cerca, en la calle luz donde esta cruza con la calle esperanza, en una esquina amable, se levanta la comunidad de sentido; el propio yo y sus necesidades van cediendo progresivamente el centro de la propia vida a una identidad mayor que nos saca de nosotros mismos, un espacio en el que descubrir la dimensión comunitaria de la existencia donde en la más profunda intimidad de cada alma tú en mí y yo en ti somos ya una sola cosa.

Una comunidad pensada para salir y asomarse al río del Amor que baña la plaza del encuentro; desde el mirador de la paz no sabe uno ni de dónde vienen esas aguas, ni que traen consigo, ni de dónde consiguen tanto caudal…, pero si siente uno que ese agua transmite la vida que trae y te mueve a tomar la rivera del servicio y la justicia que baja paralela al río y volver, ya para los demás –a través del pasaje de la gratuidad– al paseo de los testigos.

Si te atreves a continuar por la rivera del servicio y la justicia veras que al poco se vuelve angosta hasta terminar en la escalera de la verdad, una escalera pequeña, estrecha y peligrosa que sube hasta las almenas de la muralla de los límites. No es fácil subir por ella, pero una vez arriba puede divisarse como se derraman las aguas del amor en todo el horizonte, un horizonte que queda más allá de nuestros límites, desde el que se escucha una voz fuera de nosotros –que no es nuestra– pero que al mismo tiempo nos llama desde lo más hondo de nuestro interior a ser lo que todavía no somos, pero que ya intuimos, anhelamos y deseamos querer ser. El Amor impregnado en un futuro que no ha llegado, nos impulsa desde lo más íntimo a ir más allá de nuestros propios límites con la misión de hacer realidad lo que todavía no es.

Pero también se puede salir de la comunidad de sentido hacia el lado contrario, y encontrarte con la calleja de los lamentos, una empinada cuesta hacia abajo con el suelo empedrado, en la que irremediablemente se aceleran los pasos, casi sin poder frenar, hasta la calle del ego, que nos devuelve –sin darnos cuenta– al mismo centro del nebuloso barrio de los miedos. Es cierto que se puede coger esta misma calleja en sentido contrario y subir directamente la empinada cuesta hasta la calle de la luz; es quizás un camino más corto, pero es una empresa más ingrata; dura, solitaria, sin testigos ni compañeros, en la que puedes verte arrastrado por quienes bajan a toda velocidad…, pero sí; se puede subir, aunque sea agarrándose a las paredes o a las mismas piedras del suelo; sin compañeros también se puede subir y alcanzar la luz, siempre se puede subir, y siempre vamos a tener que invertir la vida en ello.

 

martes, 14 de febrero de 2012

Pero... ¿ Dios te habla?

No sé como, reflexionando en grupo sobre si un mundo mejor es posible, hablando yo de que esa posibilidad es la que nos sitúa en mejor camino para buscar lo que Dios quiere de cada uno de nosotros…, me sueltan la pregunta: ¿pero Dios te habla?, y ahora ¿qué?, que sí, que me habla… ¿pero estamos locos?.

Puede que jugando en casa descuidara un poco el lenguaje y usara una expresión “rara” de esa jerga ignaciana  que a veces no controlo, tenemos que cuidar el lenguaje y usar palabras de hoy para lo que hacemos hoy; pero la pregunta estaba ahí. No sé lo que llegue a contestar, espero que algo coherente, pero quedo patente que estaba sorprendido e igual fue bueno y estuvo bien.

Ahora en casa quiero desarrollar más la respuesta y compartirla con vosotros, por si ayuda.

En primer lugar, aunque Dios no use el móvil, sí necesita cobertura. Cuando vivimos en un estrés continuo, o centrados de forma excesiva en nosotros mismos y nuestras cosas, o cuando andamos de un lado para otro sin una ruta definida por la que transitar estamos en zonas con grandes interferencias o puede que incluso en zonas sin cobertura; aquí no es cuestión propia de no entender o no escuchar a Dios, es una cuestión ajena, no nos llega su señal, o nos llega en muy malas condiciones.

Salvados estos supuestos, que no es tarea fácil ni cuestión de un día, para conversar con Dios habrá que manejar algunas reglas gramaticales propias de su idioma y un poco de aritmética sencilla.

Las reglas gramaticales las podemos agrupar en solo dos: el tiempo y el punto de partida.

El tiempo. Cuando estamos en el empeño de conectar con Dios en el día a día, nos surge la duda de si los pasos que damos son cosa de Dios o son cosa nuestra.  El paso del tiempo y el sabor que este nos deje será fundamental para llegar a la conclusión de que efectivamente era Dios quien nos guiaba y no era fruto de nuestra cosecha; por tanto este no es un diálogo inmediato sino prolongado, no de momentos concretos sino de ritmos constantes.

El punto de partida. La neutralidad no existe, es importante ser honestos con el “desde donde”, o se está con el sol de frente (de cara a Dios), dejando todas las sombras a nuestra espalda, o se está de espaldas al sol (dejando a Dios de lado) proyectando todas nuestras sombras al camino, impidiéndonos ver con claridad. Según desde donde nos situemos así nos orientará la aritmética.

Y bueno ¿Qué es esto de la aritmética?. Hasta ahora hemos hablado de dos cosas distintas, en la primera parte podemos situar el tiempo y sus sabores, en la segunda parte situamos el “desde donde” y ahora nos toca jugar la prorroga que es donde se decide todo. Es el momento de enfrentar el punto de partida con los sabores del tiempo tirando de cuentas sencillas.

Si partimos de una situación en la que nos encontramos dejando a Dios de lado (-) y el tiempo nos deja buenas sensaciones (+), la aritmética nos avisa de que no vamos por buen camino [(-) x (+) = (-)].
Del mismo modo si estamos con el sol de frente (+) y después el tiempo nos devuelve sinsabores (-), la aritmética nos avisará en el mismo sentido [(+) x (-) = (-)].

Por el contrario cuando las sombras nos acompañen en el inicio (-), tendrán que ser esos mismos, u otros, sinsabores  (-), los que nos den pistas sobre el camino correcto [(-) x (-) = (+)].

Entonces ¿Dios nos habla?, podemos decir que tiene su propio lenguaje, un lenguaje que nos exige ser constantemente conscientes y honestos con el “desde donde” actuamos y nos exige, al mismo tiempo, recoger el día a día así como los sabores y sensaciones que este nos va dejando con el paso del tiempo.

Al principio comentábamos algo sobre la necesidad de cierta cobertura y terminamos con la exigenica de vivir desde una consciencia constante tanto de nuestro estado de ánimo como de nuestro día a día…, no estaría de mas, dejarnos acompañar en esta tarea.

No sé si estas líneas ayudaran algo o complicaran esto hasta el infinito y mas allá, pero ante la dichosa pregunta de si Dios nos habla, siempre podemos responder aquello de “lee con cariño la autobiografía de San Ignacio de Loyola”.

sábado, 26 de marzo de 2011

NADA

A veces nos cuesta llegar a ser dueños de la propia vida, incluso de nuestros propios sueños. Siempre hay alguien dispuesto a soñar, a vivir, a decidir por ti. Y en medio de esta indecisión sobre quiénes somos y que queremos la vida continua y los espacios se ocupan, desplazando quizás, nuestro modo de entender este mundo y, casi más importante, la oportunidad de un mundo nuevo.

Desde un primer momento aquel día se presento agradable, no había muchas nubes, el sol no apretaba mucho, el desayuno terminó de despertarme y además el periódico pronosticaba lluvia; era el día perfecto para dar un corto paseo.

Salí de mi casa con el único propósito de patear un poco el barrio y de paso tomar un poco el fresco; una vez determinado el estado de ánimo y fuera de mi casa pude comprobar que corría un aire demasiado fresco, me arme de valor y comencé el paseo. De vuelta antes de entrar en casa me dio la impresión de que el barrio estaba triste; ya dentro de mi casa, todavía con esa sensación de tristeza pase por la cocina y cogí la jarra del agua, me disponía a beber cuando pise el periódico que seguía abierto por la sección meteorológica, deje la jarra, recogí el periódico del suelo y comencé a leerlo, el periódico no traía mas que esa clase de noticias a las que nos tienen acostumbrado y a las que, por desgracia, nos vamos acostumbrando. Cuando acabe con el periódico cogí de nuevo la jarra para despues de haber bebido recordar lo que decía el periódico y llegar a la conclusión de que el barrio tenia suficientes motivos para estar triste.


 De repente me invadió una sensación de incapacidad operativa o impotencia tal, que me empujo a salir fuera de mi casa en busca de consuelo, al poco tiempo, no recuerdo cómo, comencé a hablar con un hombre que paso por mi lado; era un personaje curioso, mas bien bajito, anchito, de cara regordeta con pinta de bonachón. Nuestra conversación fue divertida e ingeniosa, tratamos temas triviales hasta que al salir de la calle principal y entrar en un cutre callejón me dio la dirección de un local, la llave del mismo y me dijo: “Dentro lo encontraras todo”, para luego desaparecer.


La dirección quedaba lejos pero el día estaba agradable para pasear y decidí averiguar lo antes posible como era “todo”. Aunque aparentemente yo tenía lo suficiente, por lo visto me faltaba algo; pase por alto mi bajo estado de ánimo y comencé a imaginar que era eso que me faltaba. Económicamente vivía bien, por ese lado no me faltaba nada, tampoco me sobraba pero no tenía necesidades; aunque viviese solo tenía mi familia y algún que otro buen amigo, tenía el trabajo que siempre había deseado, chispa más o menos también tenía mi pequeña libertad. 

Evidentemente me faltaban cosas, me faltaba poder sobre los que estaban a mi alrededor, me faltaban los lujos de todos esos famosos millonarios, tampoco era yo uno de esos millonarios; quizás me faltaba el reconocimiento de mis compañeros que bien mirado, ahora que lo iba a tener todo, se habían convertido en una pandilla de inútiles incapacitados; me faltaba ambición de esa grandeza egoísta que tanto se lleva ahora, me faltaban agallas para pasar por encima de todos.


En esto y con la esperanza de encontrar todo eso que me faltaba llegué al local, rápidamente abrí la puerta... , la sensación de impotencia que llevaba conmigo cambio a favor de una tremenda decepción que terminó en una incomprensible felicidad.





Aquel local estaba vacío, allí no había nada.

1991

miércoles, 29 de septiembre de 2010

SERÁ...

Estábamos tratando de organizarnos en casa, viendo las diferentes tareas y como afrontarlas, cuando se fue todo concatenando y me tenéis aquí, pensando en nuestro futuro como constructores del Reino de Dios. 

¿Como será la Iglesia que viene?

Es infinito lo queda por hacer, pero casi es mas grande la historia de lo ya hecho; cuantas desigualdades, cuantas injusticias y cuanta gente que sigue en la denuncia, en el tajo, cuanta gente con las manos llenas de barro trabajando con otros, creyendo juntos que, efectivamente, otro mundo mejor es posible.

Nosotros como laicos, como laicos comprometidos, tenemos obligaciones y un día de solo 24 horas. 

Desgraciadamente, como personas que somos, nos vemos obligados a dormir todos los días, y además no un poquito, dicen que lo ideal es dormir 8 horas; claro que nadie duerme 8 horas, pero si le sumamos a esas horas de sueño las que invertimos durante el día en ir de un sitio para otro, sí sumamos fácilmente 8 horas.

Nos quedan 16 horas. En nuestra condición de laicos comprometidos, se nos presupone un trabajo, (ojala deje de ser pronto una presunción y sea cada día mas una realidad), en el que invertimos como media unas 8 horas.

Nos quedan sólo 8 horas, y por cubrir un montón de facetas que nos definen como personas, personas de Iglesia, laicos comprometidos. Podemos hablar de que necesitamos cubrir nuestras necesidades vitales mínimas, necesidades vitales esenciales y necesidades vitales de excelencia.

Entre las vitales mínimas tenemos la mala costumbre de comer todos los días (y hasta tres veces, en algunos casos), esto supone no solo pararse a comer; hay que pensar que comer, ir a la compra, cocinar la comida, que coman los niños, comer uno y luego fregar lo ensuciado.

Nos vestimos todos los días, otra necesidad vital mínima, y claro hay que salir a comprar ropa de vez en cuando;  y con la que tenemos en casa..., la lavadora, sube a tender, recoge la colada, plancha y aunque no planches, siempre dobla y guarda la ropa. Queda escoger la ropa (todos los días), vestirte tú, y vestir a lo niños.

Entre las necesidades vitales mínimas nos gustan las casas más o menos  limpias... y ordenadas. Hay que mantener rigurosamente limpios, al menos, dos espacios de la casa, el resto –hombre–, limpito y sobre todo recogido. Hay que esmerarse en el baño y la cocina, ahí hay que ponerse; y en el salón depende del día pero basta que se vea el sofá entre los juguetes y en los dormitorios vale con  las camas ventiladas y estiradas.

Para acabar con las necesidades mínimas nos queda la más mínima y la más necesaria, la higiene, esta a ser posible, por favor, sí; todos los días. Báñate tú, bueno baña a los niños y luego báñate tú.

Cubiertas las necesidades vitales mínimas, vamos bien. Pasamos, como laicos comprometidos, a darle su espacio a las que llamo las necesidades vitales esenciales.

En primer lugar esta la educación y el ocio de los niños, como laicos comprometidos, hay que hacer las tareas con ellos, tienen que tener su momento de juego, sacar un rato para que lean un poquito, hay que ver la tele con ellos, hay que ir despertándoles el sentido crítico, -no todo lo que dice el aparatito es verdad-  (Bob esponja es un tío simpático, pero como modelo de comportamiento deja mucho que desear...y los hay peores!!), tienen que aprender a ir gestionando su tiempo de tele, de tareas, de juegos; y al principio hay que estar con ellos. Tienen que crecer en la autogestión..., comer solos, ir solos al baño, vestirse solos y hasta que lo consigan, solos, solos... solos no pueden estar.

En segundo lugar esta  nuestro pequeño mundo propio, como laicos comprometidos, es importante este tiempo para la reflexión, la oración, hay que buscar momentos de expansión, de deporte, un rato de examen al día... y continuar leyendo y formándonos en tantas cosas, ¿verdad?.

Como ultima necesidad esencial nos queda, como laicos comprometidos, cultivar el mundo de la pareja (quien la disfrute, y quien no la disfrute y la tenga con mas razón), momentos de conversar, de programar, de organizar, de rezar, de estar.

En nuestra condición de laicos comprometidos, para terminar, un último bloque que he llamado necesidades vitales de excelencia. Hasta aquí aprobaditos, bueno hasta el notable; a partir de aquí, a por nota.

El mundo familiar, como laicos comprometidos, el momento de estar juntos todos en casa, los padres con sus niños, juntos y tranquilos sin hacer nada, disfrutando, riendo, jugando, cantando... ¡Que momento! ó ¿Qué momento?

Como laicos comprometidos, tenemos que abordar el mundo de las relaciones sociales, el salir con los amigos, un rato con los vecinos en la puerta de casa, un poquito de Facebook...

Y para terminar el día, como laicos comprometidos, nuestras labores pastorales, reuniones de nuestro grupo, acmpañamiento de otros grupos, encuentros, misiones comunitarias, asambleas, acciones de voluntariado, eucaristías y cosas mas o menos pías.

Nos quedaban solo ocho horas y como laicos comprometidos, tenemos  que repartirlas entre todas estas necesidades, ya sean mínimas, esenciales o de excelencia; en total unas diez actividades distintas.

Como en todos los estudios científicos y estadísticos serios siempre se termina suponiendo algo, establezco, en el empeño de encontrar el término medio, que dedicamos el mismo tiempo, todos los días, a todas las actividades.

Una vez establecida la hipótesis obtenemos como resultado que para cada actividad propuesta tenemos 0,8 horas al día, o lo que es lo mismo, 48 minutos.

Pues vista la conclusión del informe, y tratando de responder a la pregunta del inicio del artículo, y teniendo en cuenta la complejidad expuesta del día a día, creo que...

La Iglesia del futuro será. Será una Iglesia en la que el  laico tendrá que  vivir asociado con otros que sueñen con él un mismo camino, buscando apoyos y sinergias y será una Iglesia lenta, pero que andará, y ojala Dios me escuche, 48 minutos cada día.

lunes, 12 de abril de 2010

BICHOS




Las únicas peleas que merecen la pena son aquellas que tenemos con nosotros mismos. Y por más acostumbrados que estemos a esta dinámica siempre encontramos nuevos pliegues y recovecos sin explorar...



Aquí estoy hoy, viendo venir hacia mí manadas, bandadas, grupos, inmensos grupos de bichos vivientes, que se acercan más y más, pero que nunca me alcanzaran, no llegaran nunca. Pero venid ustedes sí podéis  venir, yo estoy a vuestra disposición, ya os distingo de esa masa de bichos con vida. Me habéis alcanzado, sentaos, esos bichos nunca nos alcanzaran. Podemos empezar, comenzar a dialogar:

Este hombre es un genio, no se le puede superar, rompe todos los esquemas y me da una música algo fuera de lo normal, solo digna de su categoría, pero recordad solos, esos bichos no nos alcanzaran jamás. ¿Que os parece?...

No. ¡No! , así nunca lo conseguirás, estas luchando solo. Aquí hay alguien al que necesitas, no eres especial, no eres superior y Él como tú lo sabe y te ayuda piénsatelo...

¡¡ ¿Que no te hace caso? ! !. Desbloquéate, olvídate de todo, desemboca en un amigo más cercano y luego vuelve a Él. Es increíble pero sigue ahí, piénsalo igual Él también te necesita, es, es increíble. ¡Adelante !, sigue...

¿ Loco ?, yo loco, me haces reír, loco, bendita locura, locura que a mi me permite seguir viviendo, locura que hizo santos a otros, pero quizás me equivoque, igual estoy equivocado. No, no creo...

¡No !, estas equivocado. Todo lo que te pasa es tu culpa. No culpes a otro, resulta fácil y calma tu ansiedad aunque tú sabes que fuiste tú. Piénsalo, recapacita, mueve de nuevo las fichas, mentalmente, cambiando de lugar aquellas que estén mal colocadas. Ahora sí da, ¿verdad ?, has visto fue tu culpa, no te preocupes, sigue trabajando...

¿Que para qué ese trabajo ?, recuerda estamos solos, no tienes que disimular ; plantéate tu situación, estas aquí, ya has dado más de un paso fundamental en tu juego, ya no es un juego, estas desarrollándote en un ambiente, ese ambiente no es fácil, no puedes escapar, te puedes evadir, tu hermano lo hace, ¡no !, piénsalo, no es fácil, pero es tu reto, no puedes perder, adelante, no has salido solo de esa masa de bichos vivientes, sigue con los que siempre te han ayudado, ayudándonos todos conseguiremos todo, adelante...

¡No !, no lo pueden hacer por ti. No sabes cuan odiosa es la vida con abusos de poder, no, olvídate de eso.

Quizás esto te ayude, quizás no, quizás cambie tu opinión sobre mí, pero no te preocupes, continua esos bichos no te alcanzaran jamás... JAMÁS.


1990

martes, 6 de abril de 2010

EL MAPA DEL TESORO

Sabéis, creo que todos y cada uno de nosotros somos un gran tesoro; y  aunque puede que todo  sea su búsqueda incesante, estoy convencido de que la aventura no termina con el hallazgo...



Hasta encontrar el tesoro habrá que caminar mucho, nos encontraremos caminos llanos, escarpados, anchos, angostos, abiertos, luminosos, en pendiente, con  fuertes bajadas, bien de firme, llenos de baches; puede que perdamos el camino y tengamos que adentrarnos en bosque umbríos o cuevas oscuras para recuperarlo, puede que nos encontremos con pequeños arroyos o grandes ríos que haya que vadear o cruzar...

A lo largo del camino encontraremos lugares tranquilos, encontraremos también lugares áridos e incómodos,  encontraremos caminos sin pisada alguna y otros con muchas huellas, que igual puedan guiarnos en un determinado cruce o despistarnos en una ruta aparentemente sencilla.

Tendremos que estar atentos, preparados, ¿como será el tesoro que andamos buscando?, ¿nos desilusionará?, ¿encontraremos falsos tesoros?, ¿nos conformaremos con un tesoro cualquiera, con tesoros pequeños?...

Un día en lo alto de una montaña, debajo de una piedra, en el fondo de una cueva, en la cuneta del camino, no sé donde, encontraremos el tesoro; todo lo que somos será una sola cosa y donde parece que tendría que acabarse el camino, comenzará la verdadera aventura.

 ¿Que haremos con el tesoro?

Lo cambiaremos de sitio y lo enterraremos profundo para que nadie más lo encuentre; trazaremos un mapa para poder volver a localizar el tesoro y lo dejaremos ahí o cargaremos con el tesoro el resto del camino; mantendremos en secreto el hallazgo o divulgaremos que lo hemos encontrado.

¿En que invertiremos tanta riqueza?

Nos dedicaremos solo a reinvertir el dividendo o pondremos el capital en juego; saldremos fuera o ampliaremos nuestra propiedad privada; volveremos al mundo o desapareceremos de él.

En definitiva, ¿nos serviremos del tesoro o serviremos a una causa grande?


Marzo 2010